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Las mujeres rurales en Ecuador: Aportes para la construcción de la soberanía alimentaria

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El 15 de octubre de 2015, en la Ciudad de Guayaquil, se desarrolló el “Encuentro Nacional de Mujeres Rurales por el Derecho a la Alimentación”, evento que contó con la participación de representantes de organizaciones campesinas de la Costa, Sierra y Amazonía[1]. Este evento organizado por FIAN Ecuador, contó además con el respaldo del Observatorio de Cambio Rural (OCARU), Instituto de Estudios Ecuatorianos (IEE), Centro de Derechos Económicos y Sociales (CDES), Federación de Centros Agrícolas y Organizaciones Campesinas del Litoral (FECAOL) y FIAN Suecia.

Este encuentro, que se desarrolló en el marco del Día Internacional de la Mujer Rural y el Día Mundial de la Alimentación[2], tuvo como objetivo fomentar el intercambio de experiencias de lucha por los recursos naturales, la protección de la naturaleza y los roles de las mujeres rurales en la construcción de la soberanía alimentaria desde el ejercicio del derecho a la alimentación; realizar un primer balance de la situación alimentaria en Ecuador; y, establecer un articulación de las mujeres rurales para la consolidación de una agenda de incidencia en las políticas públicas relativas a la soberanía alimentaria.

Monitoreo del derecho a la alimentación desde las mujeres rurales: Avances y limitaciones para la soberanía alimentaria

Las mujeres rurales indígenas y campesinas han tenido un papel importante para el desarrollo de la propuesta de la soberanía alimentaria y en la lucha por el derecho a la alimentación. Según la FAO, en los países en desarrollo, las mujeres rurales suponen aproximadamente el 43 por ciento de la mano de obra agrícola y producen, procesan y preparan gran parte de los alimentos disponibles (Organización de Naciones Unidas Disponible enhttp://www.un.org/es/events/ruralwomenday/). Sin embargo, persiste la discriminación y desigualdades de género en el sector rural.

En las jornadas nacionales por el Derecho a la Alimentación, las mujeres rurales del Ecuador evaluaron la situación alimentaria, acceso a tierra y agua y los impactos de las políticas de desarrollo en los territorios y vida de las mujeres.

  • Conservación de semillas nativas, situación alimentaria y nutrición en el sector rural

En Ecuador, el 61% de las mujeres del área rural se dedican a actividades de agro producción en el país, a través del aporte de mano de obra calificada, no calificada y trabajo productivo no remunerado (Agenda Nacional de las Mujeres y la Igualdad de Género 2014-2017). De acuerdo a esta información, las mujeres son las que en mayor medida aportan a la soberanía alimentaria, no sólo por la producción de bienes agrícolas, crianza de animales menores y aves de corral, sino por el aporte que realizan con mano de obra no remunerada en procesos productivos y trabajo doméstico no remunerado y de cuidados (Agenda Nacional de las Mujeres y la Igualdad de Género 2014-2017).

Las mujeres rurales a nivel nacional cuentan con proyectos e iniciativas que promueven la soberanía alimentaria, fortalecen las expresiones culturales alimentarias, promueven la protección y conservación de semillas nativas, producción ancestral libre de agroquímicos y comercialización del productor al consumidor. En la jornada del “Encuentro Nacional de Mujeres Rurales” se resaltó la experiencia del Comité Central de Mujeres de la Unión de Organizaciones Campesinas de Cotacachi (UNORCAC) que cuentan con pequeñas áreas para la producción de hortalizas, tubérculos, frutas, así como en la producción de los cultivos que tradicionalmente realizan las familias como: maíz, fréjol, arveja, cochos, habas, papas, mellocos, ocas, zambo, quinua, amaranto, jicama, camote entre otros, con enfoque agro ecológico; cuentan, además, con la feria agroecológica “La Pachamama nos Alimenta” en donde se comercializa la “producción sana y nutritiva de las comunidades” (Luz Andrade-UNORCAC).

Esta feria funciona todos los domingos donde participan alrededor de 80 a 150 familias de las comunidades. El Comité Central de Mujeres-UNORCAC también realiza “Ferias de Gastronomía Andina” para rescatar la alimentación sana y crear un ingreso económico para los grupos de mujeres. Mediante la “Feria de Semillas” se visibiliza la biodiversidad y se intercambia o compra semillas nativas entre las participantes. Todas estas actividades, entre otras, sirven para que las mujeres rurales y urbanas realizan incidencia para que se reconozca la agro-biodiversidad y la gastronomía del cantón Cotacachi como patrimonio cultural. Por su parte, la Asociación de Mujeres Waorani de la Amazonía Ecuatoriana (AMWAE) desarrolla prácticas productivas sostenibles como la producción de cacao para la elaboración del “chocolate WAO” y el tejido de artesanías con fibra de chambira. Por este tipo de actividades, la Asociación fue reconocida a nivel internacional por desarrollar activas amigables con el medio ambiente y que aportan al desarrollo de las comunidades amazónicas.

También se destacaron las experiencias de las mujeres agrupadas en el Centro de Sanación Casaloma (Azuay) que desarrollan actividades para la recuperación de saberes medicinales ancestrales, las mujeres de la Comunidad Indígena La Toglla con la elaboración de cedazos en base a pelo de caballo y artesanías, la Unión de Organizaciones Campesinas de Esmeraldas (UOCE) que ha puesto a funcionamiento la Escuela de Agroecología y Formación Política “Justina Quiñonez” para fomentar y elaborar fincas de producción agroecológica.

 Sin embargo, las mujeres rurales consideran que existen programas estatales que van en contra de la soberanía alimentaria. Por ejemplo, desde instituciones gubernamentales se “oferta y promueven el uso de semillas certificadas que es una forma de inducir a las comunidades y el sector rural que se vuelvan dependiente de insumos que no son locales y de ciertos cultivos de alimentos”.  En cuanto a la nutrición, se señala que, “las intervenciones del Estado en las comunidades rurales se basan en charlas de alimentación y nutrición pero no se realiza charlas ni capacitaciones sobre prevención de enfermedades. Los problemas de salud pública en el sector rural como diabetes, hipertensión y colesterol siguen siendo enfermedades persistes en los adultos, mientras que, la anemia, hepatitis y obesidad son enfermedades frecuentes en niños”.

  • El derecho a la tierra y agua

Pese a la importante participación en la producción agrícola, la mayoría de mujeres indígenas y campesinas tienen limitado acceso a recursos productivos como tierra, agua, créditos. Según el III Censo Nacional Agropecuario, de las 842.882 unidades de producción agrícola –UPAS, que existen en el país, el 25,4% están en manos de mujeres productoras y el 74,6% de los hombres. Del total de UPAS que están a cargo de las mujeres, el 46,7% tienen una extensión menor a 1 ha. y el 16,1% menos de 2 has, es decir, el 62,8% de mujeres producen en UPAS menores a 2 has (III Censo Nacional Agropecuario INEC, 2000 en Agenda Nacional de las Mujeres y la Igualdad de Género 2014-2017). Estos datos reflejan las desigualdades y discriminación de género en el derecho al acceso a tierra, que según las mujeres rurales, esta situación se agrava por el avance del modelo de producción agrario y rural basado en la expansión de la agroindustria, monocultivos (palma africana, teca) y camaroneras (Esmeraldas y Los Ríos); presión por la expansión inmobiliaria (Pichincha), expansión de la frontera petrolera (Pastaza y Orellana) y apertura minera (Azuay, Morona Santiago y Zamora Chinchipe). Pero también en zonas como Cotacachi (Imbabura), existe la extranjerización de la tierra que generan procesos de invasión y destrucción de propiedad comunal y asociativa y el incremento y especulación con los precios de las tierras productivas.

Existe también una preocupación de los impactos del Acuerdo Comercial entre Ecuador y la Unión Europea debido a la apertura de la inversión extranjera en la compra de tierras productivas.

En cuanto al acceso al agua, la Constitución del 2008 garantiza el acceso al agua para las comunidades tanto para consumo humano como para riego, pero las mujeres rurales consideran que el agua está acaparada en las florícolas, bananeras y las grandes haciendas. Otra situación de preocupación es la ubicación de proyectos mineros en fuentes hídricas como el caso Quimsacocha que amenaza con la dotación de agua para las futuras generaciones. También consideran que la Ley de Recursos Hídricos y su Reglamento se aprobaron en favor de los grupos de poder ya que limita la gestión comunitaria y participación de los usuarios del agua tanto en la administración, uso y gestión de este recurso.

  • Impactos de las políticas de desarrollo en las mujeres rurales

Para las mujeres rurales, el modelo productivo en el sector rural, ligado al cambio de la matriz productiva, no tiene la noción de la soberanía alimentaria. Si bien existen programas para la agricultura familiar y campesina a pequeña escala, como préstamos por parte del Banco del Fomento, capacitación para las mujeres en la producción artesanal y comercialización por parte del Ministerio de Inclusión Económica y Social (Amazonía), entrega de plantas frutales y maderables por parte del MAGAP (Esmeraldas, Azuay), el apoyo que se brinda a la explotación petrolera, agroindustria y minería es mucho mayor, mostrando así, los grandes privilegios que gozan los grupos de poder, especialmente las grandes empresas transnacionales, frente a la economía campesina y rural de pequeña escala. Por ejemplo, las mujeres de la Amazonía manifestaron que actualmente se está impulsando las actividades petroleras en las provincias de Pastaza y Orellana, que avanzan hacia el territorio Waorani y una parte Yasuní. Las mujeres waoranis han impulsado una lucha para que no avance la explotación petrolera a su territorio porque conocen como esta actividad ha causado enfermedades, contaminación ambiental y varios problemas sociales en otros lugares de la Amazonía. Igualmente, en el caso de la minera amenaza las fuentes de agua para la producción agrícola y ganadera.

El modelo agroexportador y agricultura intensiva basada en los agro-negocios promueve la producción de alimentos de baja calidad por la utilización de productos químicos. Según las mujeres rurales, este tipo de agricultura “produce comida y alimentos envenenados por la tecnología que vulneran el derecho humano a un alimentación y nutrición adecuada”.

Las mujeres rurales señalan que el modelo de desarrollo basado en el extractivismo les despoja de los territorios y afecta a su vida en particular ya que los proyectos que se implementan en sus comunidades promueven la precariedad de las actividades económicas locales, contaminan y acaparan los recursos productivos, atentan contra la salud física y emocional y aumentan la violencia física y psicológica en las comunidades.

Hacia una agenda nacional de las mujeres rurales

Frente a la situación descrita anteriormente, las mujeres rurales de la Sierra, Costa y Amazonía realizaron propuestas que promuevan la igualdad entre hombres y mujeres para alcanzar la soberanía alimentaria y el Buen Vivir. Los principales cambios que proponen son:

  • Reconocimiento de las mujeres campesinas e indígenas productoras como actoras económicas y sujetos políticos, que contribuyen a la soberanía alimentaria y la realización del derecho a la alimentación adecuada.
  • Acceso de las mujeres rurales a los recursos productivos —tierra, agua, semillas—, crédito e insumos para la producción y comercialización. Realización y disputa del uso y propiedad de la tierra, en forma compartida o directamente. Control de los precios de la tierra y toma de decisiones sobre la venta de tierra por parte de las comunas y no de forma individual para evitar la especulación por fines comerciales.
  • Valoración de los conocimientos ancestrales de las comunidades, y en particular de las mujeres. Fomentar la agricultura ancestral, conocida actualmente como agroecología, la protección de semillas nativas para el cultivo de productos sanos y respetuosos con la “pachamama”. Reconocimiento de estas prácticas para garantizar  el derecho a la alimentación y nutrición adecuada.
  • Rechazar las políticas públicas que atentan contra las mujeres rurales y urbanas y contra la soberanía alimentaria. Exigir la aplicación de la consulta previa y prelegislativa efectiva ante propuestas legislativas y proyectos extractivos.
  • Políticas de comercialización directa de las productoras y acceso al mercado para asegurar que se consuma alimentos sanos sin químicos y productos del campo.
  • Fortalecer la organización campesinas y las decisiones de los consejos comunales. Mayor participación de las mujeres para el desarrollo de políticas a favor de  pequeños productores y productoras.

Para dar seguimiento a estas propuestas y en la perspectiva de establecer una agenda para la incidencia y exigibilidad de construcción y cumplimiento de las políticas públicas y realizar procesos de veeduría, las mujeres que participaron de la jornada decidieron desarrollar un nuevo encuentro en los próximos meses en la ciudad de Cotacachi.

Finalmente, el día 16 de octubre, las mujeres rurales participaron del festival agroalimentario más importante del país, “Festival Nacional por la Soberanía Alimentaria”, organizado por la Federación de Centros Agrícolas y Organizaciones Campesinas del Litoral (FECAOL), en donde dieron a conocer los alimentos, semillas y artesanías que elaboran[3].

Elaboración: Nataly Torres
Fotografía: OCARU

[1] Unión Tierra y Vida (Guayas y Los Ríos), Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras – FENOCIN (Guayas e Imbabura), Unión de Organizaciones Campesinas de Esmeraldas – UOCE (Esmeraldas), Centro de Sanación Casaloma/Federación de Organizaciones Campesinas e Indígenas del Azuay – FOA  (Azuay), Corporación de Organizaciones Campesinas Indígenas de Flores – COCIF (Chimborazo), Comunidad Indígena La Toglla (Pichincha), Comité Central de Mujeres de la Unión de Organizaciones Campesinas de Cotacachi – UNORCAC (Imbabura) y la Asociación de Mujeres Waorani de la Amazonía Ecuatoriana – AMWAE (Pastaza).

[2] En el 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas decretó el día 15 de octubre como Día Internacional de las Mujeres Rurales para reconocer “la función y contribución decisivas de la mujer rural, incluida la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural” (Organización de Naciones Unidas Disponible enhttp://www.un.org/es/events/ruralwomenday/). Mientras que, el 16 de octubre de cada año, se celebra el Día Mundial de la Alimentación, proclamado en 1979 por la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

[3] Ver nota de prensa de Diario El Universo: “Festival Nacional por la Soberanía Alimentaria sirvió para transmitir saber ancestral”. Disponible en

http://www.eluniverso.com/vida-estilo/2015/10/17/nota/5186390/festival-sirvio-transmitir saberancestral?&utm_source=facebook&utm_medium=social-media&utm_campaign=addtoany

El derecho a la alimentación y las implicaciones de la minería a gran escala en Quimsacocha

El territorio de Quimsacocha, o Kimsakocha (en kichwa), está localizado en la Cordillera Occidental de los Andes, al sur del Ecuador. Se ubica en la provincia del Azuay, en los cantones Cuenca, Girón y San Fernando. Este territorio comprende una superficie total de 10 226,85 hectáreas pertenecientes a las comunidades aledañas. En el año 2001, la empresa canadiense IAMGOLD obtuvo la adjudicación de gran parte de este territorio comunal para realizar trabajos de exploración minera.

A partir del establecimiento de la minería en Quimsacocha, las comunidades localizadas en la cuenca baja de este humedal han realizado una serie de actividades en rechazo del proyecto minero conocido actualmente como “Loma Larga”. La lucha de las comunidades campesinas se ha constituido como un caso emblemático de resistencia y conflicto socio-ambiental a nivel nacional como internacional.

FIAN Ecuador, con el objetivo de vigilar y exigir el cumplimiento del Derecho a la Alimentación Adecuada –DaA– presenta el siguiente informe que aborda sobre la minería y el Derecho a la Alimentación en Quimsacocha. El objetivo de esta investigación es evaluar las amenazas a este territorio y el derecho a la alimentación de las poblaciones aledañas por la posible explotación minera. Este estudio pretende generar espacios para el debate académico y una posible incidencia de política pública.

Para la elaboración de este informe se contó con la participación de organizaciones sociales y habitantes de las parroquias Tarqui y Victoria del Portete, quienes reconstruyeron los límites y la memoria colectiva con respecto al humedal. Además, se recurrió a fuentes secundarias e informes oficiales.

El documento está distribuido de la siguiente manera. En la primera parte, se analiza las características ecológicas, sociales y culturales, así como el “territorio de sacrificio” para la minería en Quimsacocha. Luego, se analiza la violación y vulneración de los derechos humanos con énfasis en el derecho a la alimentación adecuada y el agua en Quimsacocha. Posteriormente, se describir los alcances de las formas de resistencia organizativa, jurídica, ambientales y políticas por parte de las comunidades, juntas de agua y organizaciones sociales a partir de la movilización social contra la minería. Finalmente, se presenta las conclusiones respectivas.

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Intereses económicos e inmobiliarios detrás de terrenos comunales de la Toglla

La comunidad ancestral La Toglla está ubicada al nororiente del cantón Quito, en el valle de los Chillos, de la parroquia Guangopolo, provincia de Pichincha; cuenta con 700 habitantes y la extensión de sus tierras comunitarias es de 551 hectáreas. Desde 1839, se reconoció el carácter colectivo de la posesión ancestral de los terrenos mediante mandamiento restitutivo emitido por el alcalde municipal de Quito. En 1923 el Alcalde tercero cantonal de Quito en común acuerdo con la comunidad, adjudicó comunalmente estos terrenos a 276 familias de acuerdo a lo establecido en la Constitución Política entonces vigente.

Durante un acompañamiento realizado por FIAN Ecuador miembros de la comunidad han expresado que a pesar del reconocimiento legal de las tierras comunales a favor de la comunidad, a partir de 1970 y hasta la fecha, terceros privados ajenos a la comunidad han aparecido con escrituras de propiedad sobre terrenos que se encuentran dentro del territorio de la comunidad, en clara contradicción con las disposiciones del ordenamiento legal ecuatoriano que limita la venta de territorios ancestrales.

Esta situación es recurrente, así nos contó Darío, miembro de la comunidad que relata:

“Algún momento hubo un Comité Pro mejoras que se dedicó a vender terrenos y hay dos grupos responsables de esto, una es la familia Campaña Zurita y la otra es la Cooperativa de Vivienda Hermano Miguel, estas personas ponen oficinas en algunos lugres de Quito y empiezan a ofrecer lotes a gente ingenua. Como cualquier persona que quiere comprar un terreno da una entrada y vienen en algún momento a ver, algunas también a averiguar. También viene gente contratada para ver más o menos en qué condiciones está la gente de la comunidad, para saber si habrá resistencias o no. Por ejemplo esto pasó hoy, un señor llega, me dice que ha visto una publicación en el Internet de la Cooperativa Hermano Miguel y le dijimos que nosotros hacemos monitoreo en Internet y que no hay ninguna publicación de la Cooperativa Hermano Miguel. El señor se quedó callado le dije que el artículo 56 y 57 habla de los derechos colectivos y que esto es una comuna, que tenemos una escritura madre desde 1923. Pero me dice que si no podría entrar de alguna manera y le dije que no, que si algún momento llega a desmembrarse la comuna deja de ser comuna y le dije que será muy difícil que entre a la comuna, aunque pague.

El señor vino a averiguar pero con una intención detrás: saber si la gente tiene conocimiento de por qué defiende la tierra. Esto ocurre continuamente, mínimo unas dos veces al mes.

Hace un mes vino un joven, dijo que se llamaba Milton. Yo le dije que no le creía nada de lo que me había dicho, ni su nombre porque yo le decía que esos son terrenos comunales y él decía que había dado 300 dólares de adelanto y le dije lo que pasaba y que debería avisar a las otras personas que están interesadas en comprar para así evitar estafas.

Yo le dije que averigüe en el Municipio si la Cooperativa está registrada, pero no sabía ni el nombre del vendedor y le dije cómo va a comprar algo que no sabe quién es el dueño.

Si algún momento una persona llega a vender el comprador no va a poder entrar porque son ilegales todos los papeles.”

La verdad fumigada: Informe sobre las fumigaciones aéreas en la frontera Ecuador-Colombia

En septiembre de 1999, Colombia implementó el Plan para la Paz, la Prosperidad y el For- talecimiento del Estado Colombiano, más conocido como el Plan Colombia, cuyos recursos se destinaron mayoritariamente para una estrategia militar y la erradicación de los cultivos de uso ilícito. Una vez decidida e implementada la política de aspersiones aéreas químicas, éstas traspasaron la frontera colombo-ecuatoriana y afectaron a numerosas comunidades de la provincia de Esmeraldas en octubre de 2000 y de Sucumbíos en enero del 2001.

Las fumigaciones causaron serios problemas de salud a los pobladores de la zona lo que motivó que las personas afectadas se fueran organizando y exigieran al gobierno de Colombia el respeto de un margen de protección de 10 Km. de zona de frontera para evitar los impactos en el Ecuador. El estudio de Acción Ecológica sobre el impacto de las aspersiones aéreas del Plan Colombia en la frontera colombiana, realizado en 2001, reveló afectaciones a los seres humanos; así, “el 100% de las personas que habitan a menos de 5 Km. de donde se realizaron aspersiones con Round up sufrieron intoxicación aguda; la intensidad de los pa- decimientos se incrementa en las zonas más próximas a la aspersión y el listado de síntomas, recogidos en historias clínicas, afectan al aparato digestivo, sangre, corazón, sistema nervio- so central, ojos, sistema respiratorio y piel” (Acción Ecológica 2003, 10-11); pero también hablaba de enormes pérdidas en las cosechas y muerte de ganado y animales de granja.

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Una nueva Ley de Tierras en Ecuador desde una perspectiva de Derechos Humanos

El siguiente análisis es una reflexión sobre el contenido del proyecto de Ley Orgánica de Tierras Rurales y Territorios Ancestrales, presentado el 2 de octubre del 2014, que está siendo debatido en el seno de la Comisión de Soberanía Alimentaria y Desarrollo del Sector Agrario y Pesquero de la Asamblea Nacional. Desde este año, la Asamblea Nacional ha retomado la tarea de debatir y aprobar una nueva legislación de tierras enmarcada en la soberanía alimentaria y el derecho a la alimentación adecuada, mandato que estableció la Ley Orgánica del Régimen de Soberanía Alimentaria (LORSA). Actualmente, se han reanudado una serie de foros de socialización del proyecto de ley, que habían sido suspendidos ante la posibilidad de unificar este proyecto con la Ley de Ordenamiento Territorial1.

El proceso de elaboración de una nueva ley incluía la preparación de un proyecto de Ley de Tierras que unificara los proyectos presentados a la Asamblea en los primeros meses de 20122. Sin embargo, el proceso de elaboración de una nueva ley se reinició este año y ha tenido el cuestionamiento de varias organizaciones sociales. Estas han sostenido que el carácter apurado e inconsulto no ha garantizado la transparencia y la difusión de información adecuada y oportuna, así como la participación de las organizaciones sociales, tradicionalmente vinculadas a la lucha por la tierra3. Esto

viola el artículo 31 sobre la participación social de la Ley Orgánica del Régimen de Soberanía Alimentaria (LORSA), el cual establece que la elaboración de leyes y la formulación e implementación de las políticas públicas para la soberanía alimentaria, contará con la más amplia participación social, a través de procesos de deliberación pública promovidos por el Estado y por la sociedad civil.

El proyecto de ley ha incluido en su última versión los temas relacionados con los territorios ancestrales. Se ha manifestado que en caso de que la ley no aborde el tema de territorios, no sería necesaria una consulta pre-legislativa4. Esta posibilidad está establecida en el artículo 57.17 de la Constitución, que reconoce y garantiza a las comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades, de conformidad con los pactos, convenios, declaraciones y demás instrumentos internacionales de derechos humanos, la obligación a ser consultados antes de la adopción de una medida legislativa que pueda afectar cualquiera de sus derechos. Si por razones de tiempo u otra índole, quedase excluida la posibilidad de consulta pre-legislativa en el proceso de la ley propuesta, se estaría soslayando el derecho que tienen los pueblos montubios y afro-ecuatorianos, comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas que están ubicadas en las tres regiones del país, reconocidos en los artículos 58 y 59 de la Constitución.

Por lo demás, entre las propuestas de ley recibidas por la Asamblea Nacional, consta el proyecto elaborado por la COPISA, titulado “Proyecto de Ley Orgánica de Tierras y Territorios” y presentado el 20 de marzo de 2012 por la Red Agraria5, el cual contó con el respaldo de más de 31 mil firmas. Cabe mencionar aquí que las organizaciones integrantes de dicha plataforma, propusieron el proyecto de ley por iniciativa popular ante la Función Legislativa conforme manda la Constitución. De acuerdo al artículo 103 de la Constitución, esta propuesta debió tratarse en el plazo de 180 días, caso contrario, debió haber entrado en vigencia, con la posibilidad de ser enmendada, pero no vetada totalmente, por el Presidente de la República. Dicho proceso no hatenido lugar.

Más allá de las irregularidades aquí observadas en el proceso de la elaboración de una nueva ley de tierras, este análisis pretende brindar unos lineamientos generales de lo que debería ser una ley de tierras basada en Derechos Humanos. En la línea de que la no regresión es un principio de derechos humanos, que llama a los Estados a avanzar y no retroceder, este análisis se hace a la luz de los principales instrumentos nacionales e internacionales que han avanzado hacia el reconocimiento de la tierra como un derecho humano. Uno de los más importantes instrumentos de referencia de este

análisis, las Directrices Voluntarias sobre la Gobernanza responsable de la Tenencia de la Tierra, la Pesca y los Bosques, que fuera aprobado en consenso por los 187 Estados del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial hace dos años, establece que el marco legal y político nacional debería guardar coherencia con sus obligaciones existentes en materia en el sistema internacional de derechos humanos.

Creemos que el espíritu de participación, facilitado hace años atrás por la Conferencia Plurinacional de Soberanía Alimentaria (COPISA) para elaborar la propuesta de ley orgánica de tierras y territorios7 (si bien no llegó a incluir a todas las organizaciones sociales en este proceso), debe continuar en el seno de la Asamblea con una amplia y diversa participación social.

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Defendiendo el derecho humano a la alimentación. Medios de Vida Ocultados: análisis del Derecho a la Alimentación de los Pueblos Indígenas del Yasuní

La decisión de explotar el petróleo de una sección del Parque Nacional Yasuní, en la Amazonía Norte del Ecuador, por parte del gobierno Ecuatoriano, ha provocado un importante debate nacional. La no pertinencia de extraer el crudo en una zona con tanta biodiversidad y en la que además habitan Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario ha sido puesta sobre el tapete por los movimientos ecologistas y sociales y organizaciones de Derechos Humanos, que se han movilizado contra esta decisión gubernamental. Además, gran parte de la ciudadanía expresó su opinión a través de firmas recogidas, con las que solicitaban que, dada la trascendencia del tema, este sea objeto de una consulta popular. Al mismo tiempo, la extrac- ción del petróleo en el Yasuní ha servido para poner de relieve un asunto más profundo: el cuestionamiento a un modelo de desarrollo que profundiza la extracción de los combustibles fósiles y replica los mismos procesos de despojo de los recursos y de violación a los derechos de los pueblos indígenas que moran en los territorios. Esta cartilla pretende ahondar en este tema, centrarse en el caso de la explotación del Yasuní-ITT y analizar cómo esta acción viola el Derecho Humano a la Alimentación Adecuada (de aquí en adelante, DHAA) de quienes habitan el territorio, en especial del Pueblo Indígena en Aislamiento Voluntario, Tagaeri-Taromenane.

En las primeras partes del texto se recogen los aspectos más relevantes sobre el contexto creado en el país a partir de la Constitución del 2008 y la descripción tanto geográfica de la zona, como socio-económica y cultural de los pueblos indígenas que la habitan. Más adelante, se hace una breve descripción sobre las fases de explotación petrolera y sus consecuencias para la reproducción de las condiciones de vida y la soberanía alimentaria de los pueblos indígenas, para, en el siguiente apartado, exponer los efectos específicos que la extracción del crudo acarrea a las mujeres dedicadas, por lo general, a las tareas de cuidado y reproducción de su familia y su entorno, debido a los cambios en las dinámicas eco-sociales introducidos por la explotación petrolera. Posteriormente, abordaremos el origen de la iniciativa Yasuní y las luchas que los diferentes movimientos ecologistas y sociales y organizaciones de Derechos Humanos han librado en los últimos meses a raíz de la decisión del Ejecutivo. En la parte final del trabajo, identificaremos las principales violaciones al DHAA, que con- lleva la explotación petrolera para los pueblos que habitan el Yasuní y, finalmente, esbozaremos algunas medidas fundamentales en materia de políticas públicas para que dicho derecho pueda efectivamente cumplimentarse.

Este trabajo se fundamenta a partir de una serie de estudios y publicaciones ampliamente difundidas sobre las formas de vida de los pueblos Indígenas del Yasuní y la enorme biodiversidad del territorio. También se hará uso de documentación disponible sobre las formas en que opera la industria petrolera y sobre las percepciones de los propios habitantes amazónicos –en especial de las mujeres– acerca de la explotación de sus territorios. Este es, por tanto, un texto que sintetiza numerosas fuentes y elabora un análisis en torno al DHAA de los habitantes de esta parte norte de la Amazonía. Un derecho, entre otros muchos, reconocido por parte del Estado Ecuatoriano en el artículo 13 de la Constitución de la Repúblicas, y en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

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Informe 2013: El derecho a la alimentacion en las mujeres desde una perspectiva de género

FIAN Ecuador, en su trabajo por la defensa y promoción del Derecho a la Alimentación –DaA– en el país, contempla diversas acciones que permitan la vigilancia y exigibilidad del mismo desde las propias organizaciones.

Con este propósito, el presente Informe del Derecho a la Alimentación es parte del Programa de Exigibilidad y Monitoreo, a partir del cual se realiza un seguimiento a las políticas que el Estado ecuatoriano implementa para el efectivo cumplimiento del Derecho a la Alimentación, ya contemplado en la Constitución actual en su art. 13.

A partir del trabajo que se viene desarrollando con las organizaciones campesinas e indígenas, se evidencia que el papel de las mujeres en la construcción y defensa de la soberanía alimentaria es permanente y muy importante, porque son ellas quienes producen, preparan y permiten el acceso a los alimentos, para el consumo familiar y el de la sociedad, como forma de sostenimiento de la vida. Asimismo, se observa que las organizaciones de mujeres han incluido temas como el combate a la violen- cia machista, y el cuestionamiento a las relaciones de poder entre hombres y muje- res. Estos aspectos muestran que las mujeres han ido asumiéndose como sujetas políticas; por ello, se ve la necesidad de visibilizar las acciones y participación de las mujeres en las diferentes luchas de sus localidades. Entre las más permanentes se encuentra la defensa de la soberanía alimentaria y el DaA, así, a la selección de las Directrices Voluntarias –DV– se le transversalizó esta mirada de género que permite a posterior intercambiar con otros procesos, incluidos los mixtos.

El trabajo desarrollado a lo largo de la investigación contempla por un lado la reco- pilación de la información emitida oficialmente por los órganos del Estado, en este caso SENPLADES y Ministerios, así como la Comisión de Transición –espacio creado para la conformación del Consejo de la Igualdad de la Mujer–; por otro lado, la in- formación proporcionada por las organizaciones sociales, sea esta mediante grupos focales, entrevistas, testimonios, pronunciamientos, declaraciones, etc.; y un tercer componente, el análisis y obtención de datos propios a partir de información no procesada pero existente.

Estos insumos permitieron ir construyendo hipótesis, cuestionamientos, conclusio- nes y un análisis más sistematizado de la realidad del país y la situación de las mu- jeres frente a la exigibilidad de su Derecho a la Alimentación.

Entre los principales hallazgos de la investigación, miramos con preocupación la tendencia a disminuir el apoyo a la construcción de la soberanía alimentaria y los procesos que sostienen la misma, en su mayoría desde las mujeres, lo que hace que estas se vean obligadas a incluirse en nuevos proyectos de sostenimiento de sus vidas, pero alejados de sus lógicas culturales.

Si bien los niveles de pobreza han disminuido y los índices de desempleo han decrecido, las mujeres aún están, de manera marcada, dentro de los círculos de subempleo o empleo informal.

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Informe 2013: Monitoreo de politicas de tierra y el derecho a la alimentacion en el Ecuador

Este informe que presentamos como FIAN Ecuador y la Unión Tierra y Vida es la continuación del primer ejercicio de monitoreo que realizamos en el año 2010 a la implementación, que iniciara en el año 2009, del “Plan de fomento del acceso de tierra a los productores familiares en el Ecuador” mejor conocido como Plan Tierras. Esta política se presentó con el objetivo de alcanzar, en cuatro años, una estructura más equitativa de tenencia y uso de la tierra, medida de avanzada y necesaria, después de la tibia reforma agraria de los años 60 y 70, y de la contra reforma agraria de las últimas décadas. En el actual contexto de predominio de la agroindustria nacional, dinámicamente articulada a los merca- dos de agro-exportación de productos como la caña de azúcar, banano y palma aceitera; y de altos índices de desigualdad en la tenencia de la tierra, esta política rescató la esperanza de familias campesinas de acceder a tierras, especialmente a aquellas en posesión de tierras de la banca quebrada, en saneamiento, cerrada o incautada, o de patrimonio del Estado. Faltando pocas semanas para que culmine este emblemático programa, es pertinente analizar sus alcances y limitaciones desde una perspectiva de Derechos Humanos.

En la primera parte de este informe contrastamos el sombrío panorama a nivel mundial que ha llevado al acaparamiento de la tierra y sus consecuencias en la realización de los derechos humanos, con las propuestas que desde los movi- mientos y organizaciones sociales se han impulsado, en especial, para fortalecer el desarrollo de los marcos legales nacionales e internacionales que garanticen el acceso equitativo a los recursos naturales. Una mirada a los matices que presenta el acaparamiento y concentración de la tierra en nuestro país, la ofrecen las líneas de la segunda parte de este informe. En la tercera parte, al igual que lo hicimos en el informe anterior, hemos compilado casos emblemáticos, a través de los cuales proporcionamos información de análisis importante para conocer el resultado que ha tenido la implementación del Plan Tierras desde una perspectiva de Derechos Humanos. La metodología que utilizamos responde a la necesidad de recoger in- formación que permita tener la percepción de los sujetos de derechos, allí donde las políticas son implementadas, y conseguir una mirada más integral, que tras- cienda la de los datos cuantitativos provenientes de fuentes oficiales o evalua- ciones de expertos. En la cuarta parte, sistematizamos las diferentes propuestas para una nueva ley de tierras, presentadas en la Asamblea Nacional, sobre lo que definimos como los principales “nudos críticos”. Esto lo hacemos sobre la base

de lo que establece la Constitución, la Ley de Desarrollo Agrario (LDA) y la Ley Or- gánica del Régimen de Soberanía Alimentaria (LORSA) con el fin de contar con los elementos necesarios y ofrecer líneas sobre lo que debería incluir una nueva ley de tierras basada en los principios de Derechos Humanos.

Desde la última publicación del Informe de FIAN Ecuador y la Unión Tierra y Vida, hemos continuado con el monitoreo de esta política pública, en su componente de redistribución de tierras estatales, para llegar a las conclusiones y recomenda- ciones que se presentan en este nuevo Informe. Esperamos que estas puedan ser asumidas con suficiente apertura y humildad por los funcionarios públicos del ac- tual gobierno responsables del Plan Tierras y que reconozcan el papel fundamen- tal que tenemos las organizaciones sociales en el monitoreo basado en Derechos Humanos de la política pública nacional.

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Cartilla: Más allá de la tierra: El caso Las Mercedes

En octubre de 2009, el Gobierno Nacional lanzó oficialmente el llamado Plan Tierras.1 El objetivo de dicha política pública era la intervención de aproximadamente 2,5 millones de has. de tierra en 4 años para alcanzar una estructura de tenencia de la tierra más equitativa.

Hoy, la región de la costa ecuatoriana presenta los niveles más altos de concentración de la tierra, especialmente a nivel cantonal. Solamente en el cantón Guayaquil, 64 Unidades de Producción Agraria (UPAs) concentran casi el 50% del total de la tierra, a pesar que solo representan alrededor del 3% del total de las UPAs (Cepeda y Maldonado, 2010). Además, las provin- cias que registran un alto grado de prevalencia de la gran propiedad son fundamentalmente zonas de asentamiento de la agroindustria nacional, dinámicamente articuladas a los mercados de agro-exportación: las provincias de Guayas, Los Ríos y El Oro están ligadas a la producción de banano; Esmeraldas, a la palma africana; Guayas, a la caña de azúcar; y Santa Elena, a cultivos varios de encadenamiento agroindustrial. Por lo tanto, la decisión de ejecutar el Plan Tierras se inscribía como una medida de avanzada y necesaria.

Entre los diferentes componentes del Plan Tierras se incluye la distribución de 20 mil has. de tierra estatal. Esta decisión provocó algarabía, euforia y grandes expectativas de acceder a tierras (Yulán, 2011), especialmente a aquellas que durante los años noventa fueron utilizadas para la expeculación financiera, responsable, en gran parte, de la crisis bancaria vivida en Ecuador a principios del nuevo siglo.

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