En el marco de nuestra labor por la defensa del derecho humano a la alimentación y nutrición adecuadas, expresamos nuestra profunda preocupación por la grave situación que enfrentan las personas defensoras de derechos, especialmente en las zonas rurales del país.
El presente informe refleja una realidad alarmante, caracterizada por un contexto de creciente violencia, criminalización, judicialización, desplazamiento forzado, exilio e, incluso, asesinato. Las personas defensoras de derechos en el Ecuador, particularmente aquellas que luchan por la protección de la tierra, el territorio, el agua y la naturaleza, se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad; no solo enfrentan el riesgo constante de ser criminalizadas por su labor, sino que están expuestas a diversos obstáculos y formas de violencia que ponen en peligro su vida y libertad.
La violencia contra las personas defensoras afecta directamente al derecho a la alimentación. El desplazamiento forzado de las comunidades campesinas les arrebata su autonomía y su capacidad para garantizar su soberanía alimentaria, en medio de la resistencia al extractivismo que pone en peligro su supervivencia.
Este diagnóstico constituye una herramienta clave para que el Estado ecuatoriano adopte políticas públicas y normativas efectivas que garanticen la protección integral de las personas defensoras. Y también es un llamado a generar y fortalecer capacidades de autoprotección y protección comunitaria en los territorios, particularmente en el marco de sus autonomías.
Es fundamental consolidar el tejido social, promoviendo la solidaridad entre las organizaciones y las comunidades, con el fin de que las personas defensoras puedan continuar su lucha sin poner en riesgo su integridad. Es hora de reconstruir lo que se ha fragmentado. Necesitamos un Ecuador donde la justicia social, el respeto por los derechos humanos, los derechos de la naturaleza y la vida digna sean principios ineludibles.
Las múltiples voces que recoge este informe: campesinas, indígenas, montuvias, afrodescendientes y mestizas de las ruralidades de la Costa, Sierra y Amazonia, retumban con fuerza en la conciencia colectiva. Su valentía nos inspira a actuar con urgencia, para que no sean apagadas y que, por el contrario, se amplifiquen y protagonicen la consolidación de cambios reales y profundos.