La comunidad ancestral La Toglla está ubicada al nororiente del cantón Quito, en el valle de los Chillos, de la parroquia Guangopolo, provincia de Pichincha; cuenta con 700 habitantes y la extensión de sus tierras comunitarias es de 551 hectáreas. Desde 1839, se reconoció el carácter colectivo de la posesión ancestral de los terrenos mediante mandamiento restitutivo emitido por el alcalde municipal de Quito. En 1923 el Alcalde tercero cantonal de Quito en común acuerdo con la comunidad, adjudicó comunalmente estos terrenos a 276 familias de acuerdo a lo establecido en la Constitución Política entonces vigente.
Durante un acompañamiento realizado por FIAN Ecuador miembros de la comunidad han expresado que a pesar del reconocimiento legal de las tierras comunales a favor de la comunidad, a partir de 1970 y hasta la fecha, terceros privados ajenos a la comunidad han aparecido con escrituras de propiedad sobre terrenos que se encuentran dentro del territorio de la comunidad, en clara contradicción con las disposiciones del ordenamiento legal ecuatoriano que limita la venta de territorios ancestrales.
Esta situación es recurrente, así nos contó Darío, miembro de la comunidad que relata:
“Algún momento hubo un Comité Pro mejoras que se dedicó a vender terrenos y hay dos grupos responsables de esto, una es la familia Campaña Zurita y la otra es la Cooperativa de Vivienda Hermano Miguel, estas personas ponen oficinas en algunos lugres de Quito y empiezan a ofrecer lotes a gente ingenua. Como cualquier persona que quiere comprar un terreno da una entrada y vienen en algún momento a ver, algunas también a averiguar. También viene gente contratada para ver más o menos en qué condiciones está la gente de la comunidad, para saber si habrá resistencias o no. Por ejemplo esto pasó hoy, un señor llega, me dice que ha visto una publicación en el Internet de la Cooperativa Hermano Miguel y le dijimos que nosotros hacemos monitoreo en Internet y que no hay ninguna publicación de la Cooperativa Hermano Miguel. El señor se quedó callado le dije que el artículo 56 y 57 habla de los derechos colectivos y que esto es una comuna, que tenemos una escritura madre desde 1923. Pero me dice que si no podría entrar de alguna manera y le dije que no, que si algún momento llega a desmembrarse la comuna deja de ser comuna y le dije que será muy difícil que entre a la comuna, aunque pague.
El señor vino a averiguar pero con una intención detrás: saber si la gente tiene conocimiento de por qué defiende la tierra. Esto ocurre continuamente, mínimo unas dos veces al mes.
Hace un mes vino un joven, dijo que se llamaba Milton. Yo le dije que no le creía nada de lo que me había dicho, ni su nombre porque yo le decía que esos son terrenos comunales y él decía que había dado 300 dólares de adelanto y le dije lo que pasaba y que debería avisar a las otras personas que están interesadas en comprar para así evitar estafas.
Yo le dije que averigüe en el Municipio si la Cooperativa está registrada, pero no sabía ni el nombre del vendedor y le dije cómo va a comprar algo que no sabe quién es el dueño.
Si algún momento una persona llega a vender el comprador no va a poder entrar porque son ilegales todos los papeles.”